jueves, abril 15

Vete ya!
Corre lo más lejos que puedas,
todavía estás a tiempo de escapar,
aunque no creo que yo me pueda salvar,
ya caí en vos, y ahora no me puedo levantar,
me tiemblan las rodillas
y los pies me pesan más.
Pero huye,
no quiero que me veas,
destrozada y por el suelo,
llorando y gritando
hasta el cansancio,
rogando,
implorando,
que te quedes
solo un poco más
porque entonces,
ya no te dejaré escapar.

domingo, abril 4

oscuridad

La nada se expande vertiginosamente, y te lleva con ella, algo de eso te atrae, es una oscuridad seductora y audaz, te encaminas por lugares sin salida, te metes en callejones que no conoces, te pierdes, y no encuentras la salida.
Ya la oscuridad no se presenta tan amable como antes, ahora en cambio, temes al dar cada paso, miras por sobre tu hombro en cada instante, te sientes inseguro y amenazado, nada ves, y nada puedes saber de lo que se esconde detrás.
Doblas en una esquina, tratando de buscar un haz de luz, algún camino que seguir, te adentras más y más, y ya perdiste noción de cuantas vueltas diste.
Te desesperas, no encuentras solución a nada, solo quieres acurrucarte en un rincón, cerrar los ojos bien fuerte y esperar que todo pase. Todo ha sido un sueño, todo ha sido una jugarreta de mi loca imaginación, te confías demasiado en eso. Te sientes en tu casa. Pero luego vuelves a abrir los ojos, y descubres que no hay salida, te metiste en eso y ahora solo queda avanzar hasta encontrar algún final.
La luz se hace desear, se pone histérica y no se decide si dejarte volver.
Y mientras tanto la oscuridad se transforma, juega contigo, te confunde, te sofoca y te encierra.
Ya ninguna esperanza queda, parece que con cada paso que das, más lejos estás.
Gritas, pides ayuda, auxilio, rescate, pero sabes (y eso es lo que te condena) que nadie te oirá.
Poco a poco vas perdiendo tus fuerzas, y la idea de ver la luz ya se hace remota en tu mente.
Te metes por una cortada y atraviesas varias calles, entonces, sin saber si era una trampa más, decides correr tras un un resplandor que ves en la lejanía. Corres, corres, pero la luz también avanza.
Parece como si corrieses en una cinta, sin llegar a ningún lado.
Pero la alcanzas.
Vuelves por fin, triunfante pero temeroso.
La nada dejó una parte de ella adentro tuyo, que de vez en cuando, en los momentos en que estas solo, te vuelve a llamar, quiere que vuelvas, parece agradable y amistosa otra vez..

la nada

No mamá, no soy la hija perfecta que esperabas,
no soy esa linda chica que sonríe hacia la vida,
que ve las cosas positivas,
que tiene muchos amigos,
que le gusta divertirse,
que a pesar de tener problemas y estar triste de vez en cuando siempre ve el vaso medio lleno,
no, no y más no.
No sé cómo explicarte esto, pero no estoy bien. Perdoname si cometo errores, si no puedo entender las consecuencias de mis actos. No me des importancia cuando me veas llorar, cuando me notes cambiada, cuando ya no quiera ni levantarme de la cama, sólo dejame ser, y dejame dejar de ser.
Ya no sé ni lo que quiero, ni lo que busco, por eso es preferible no intentar adentrarme en mis pensamientos (me da miedo lo que pueda hallar allí).
Quiero ser y dejar de ser. Quiero liberarme de mí misma, liberarme de mis miedos, mis prejuicios, mis secretos, mis verdades, mis acciones, mis pensamientos, mis desilusiones, mis altos y bajos, y de mi cuerpo en sí.
Busco, ante todo, algo con lo que llenar ese vacío, ese que cuando estás sola te carcome por dentro, ese que te muestra la realidad fría y cruda cómo es, ese al que no le tiembla el pulso al acusarte de infinitas cosas, ese en el que antes había muchas emociones, y ahora sólo queda la nada, nada y más nada.