lunes, febrero 25

Vía de escape

No existe deseo más fuerte que gobierne mi ser que el de irme; alejarme de todos, de vos, y en especial de mí. Si me gasto la vida intentando entendernos y al final sólo sirve para confundirme más, es que ahora me rindo y me entrego a esa nada, pasiva, oscura y absorta (distante).
Lo suficientemente distante como para aislarme completamente, ensimismarme y consumirme en ella, eliminarme, encerrar lo que queda de mí y esconderlo para siempre, (como esos monstruos no tan ficticios que habitaban en nuestra infancia bajo la cama y que años más tarde se apoderaron de nuestra mente).
Tenebrosos y violentos monstruos, en realidad, en su esencia más interna y secreta: dolores abollados, nudos de silencios, temores profundos, vulnerables y frágiles.