miércoles, diciembre 10

madretierra

Miro hacía arriba.
¿Es el cielo? ¿Es el infierno? ¿Es, quizás, una pantalla? ¿Una ilusión?

Y abajo.
Cemento resquebrajado, reseco, tierra contaminada, infecciosa, hierbas inertes, muertas, tubos, caños, desagües malolientes, mierda y mugre.

Vuelvo a mirar arriba.
¿Importa?

Miro mis manos, mis pies mientras camino, siento mi cuerpo, siento a aquel que pasa a mi lado, miro sus caras, sus movimientos. Observo lentamente, fijamente, el transitar colectivo, la inercia masiva, moviéndose en conjunto pero aislados, desentendidos del otro, ignorándose recíprocamente. Contemplo como cada uno parece habitar su propio universo individual.

La tierra bajo mis pies sangra, llora, cada vez más, pisada e ignorada, escupida, dejada de lado.
Llora porque le robaron todo, su belleza, su energía, su pureza.
La taparon, la cercaron, la modificaron y la explotaron sin piedad, ni clemencia.

Sangra y grita cada vez más fuerte, aterrorizada de que nadie pudiera escucharla.

viernes, septiembre 26

CegueraSocial

Sociedad de enemigos reconocidos, creados e irreales, tan ficticios y e infectos como sus héroes. Construidos con el solo objetivo de generar una sed irreversible en cada uno, para luego, ingeniosamente, aliviar su mal inexistente.
¿Hasta dónde llega la burbuja ilusoria que nos arrulla con su canción de realidad?
Supuestos con el papel de madre sobre protectora nos permiten funcionar, así como los productos de nuestra creación, en nuestro esquema aparentemente inamovible, en el que nos movemos felices de no ver más allá.
Nuestros ojos fueron arrancados, lentamente, año tras año, por voces no más verdaderas que la mía y la tuya, sino por voces que pudieron, con asco y desapego, caminar por encima del resto, y pregonar su visión estratégicamente conveniente del mundo.
La ceguera social instalada prácticamente desde el momento de nuestra concepción, no nos permite recibir más que aquello que nos es presentado, como un mismo ciego que sólo podrá concebir ciertas nociones del mundo por lo que un otro le cuenta.
Y a pesar de la angustia, seguimos depositando nuestra confianza en aquellos relatos.

viernes, julio 18

Saltaba a la vista que ya no se trataba de apesumbrarse, de sufrir pasivamente, con sólo apreciaciones acerca de lo insoluble de aquellos problemas; sino de hacer irremisiblemente algo, y en seguida, y cuanto antes. Fuese lo que fuese, había que decidirse a algo, o...

 «¡O renunciar a todo de por vida! -exclamó de pronto con rabia-. ¡Dócilmente aceptar el destino, tal cual es, de una vez para siempre, y ahogárselo todo en su interior, renunciando a todo derecho de vivir, obrar y amar!»



(Dostoyevski)

lunes, julio 14

Entre el sol ahogándose en el río y la noche.

A mí no me molesta, si te vas por las noches con la luna
mientras que en cada atardecer te encuentres conmigo, ahí donde se cierran los días, donde los pactos (amargos) se terminan, ahí donde el viento corre más fuerte, donde la piel se siente distinta, donde el río fluye sin retorno, donde lo eterno se vuelve perecedero, y a su vez, se perpetúa en un ciclo constante.
Ahí estoy yo. Ahí estás conmigo.
Soy el aire.
Libre, suelta me voy, pero me tienes en cada inhalación.

el gélido piso y tu tibio cerebro.

La luz está, no corras más, no te alejes. Deja que te llene, que te invada, que apacigüe la sangre que quema, el agua que arde, los vocablos desgarrantes. Te rindes de esa posición instalada, por otros y por vos, de sujeto no mereciente, de ser confuso y ambiguo, taciturno, enervado, incómodo en tu propia piel y desagradable.
No.
-Me quiero bajar de acá.
...

-O mejor, quiero subir.




¿Pero cómo? 



Sólo queda poner el pie en el vacío, y esperar que haya algo que te detenga de hacerte mierda contra el piso.