viernes, julio 18

Saltaba a la vista que ya no se trataba de apesumbrarse, de sufrir pasivamente, con sólo apreciaciones acerca de lo insoluble de aquellos problemas; sino de hacer irremisiblemente algo, y en seguida, y cuanto antes. Fuese lo que fuese, había que decidirse a algo, o...

 «¡O renunciar a todo de por vida! -exclamó de pronto con rabia-. ¡Dócilmente aceptar el destino, tal cual es, de una vez para siempre, y ahogárselo todo en su interior, renunciando a todo derecho de vivir, obrar y amar!»



(Dostoyevski)

lunes, julio 14

Entre el sol ahogándose en el río y la noche.

A mí no me molesta, si te vas por las noches con la luna
mientras que en cada atardecer te encuentres conmigo, ahí donde se cierran los días, donde los pactos (amargos) se terminan, ahí donde el viento corre más fuerte, donde la piel se siente distinta, donde el río fluye sin retorno, donde lo eterno se vuelve perecedero, y a su vez, se perpetúa en un ciclo constante.
Ahí estoy yo. Ahí estás conmigo.
Soy el aire.
Libre, suelta me voy, pero me tienes en cada inhalación.

el gélido piso y tu tibio cerebro.

La luz está, no corras más, no te alejes. Deja que te llene, que te invada, que apacigüe la sangre que quema, el agua que arde, los vocablos desgarrantes. Te rindes de esa posición instalada, por otros y por vos, de sujeto no mereciente, de ser confuso y ambiguo, taciturno, enervado, incómodo en tu propia piel y desagradable.
No.
-Me quiero bajar de acá.
...

-O mejor, quiero subir.




¿Pero cómo? 



Sólo queda poner el pie en el vacío, y esperar que haya algo que te detenga de hacerte mierda contra el piso.