lunes, abril 4

Inicialmente uno tiene un compendio considerablemente complejo y cuantioso de expectativas en lo que a estar con un otro refiere: Lo disfrutamos en las películas, lo vimos en las calles y lo asimilamos en el interior de nuestros hogares.
Tal vez quererte ahora sea mandarte un mensaje, o recordar saludarte por tu cumpleaños vía alguna red social. Sospecho que hace unos años quererte era aceptar un baile con vos mientras los padres miraban de reojo desde un costado. Quererte quizás todavía más atrás en el tiempo era callarme aunque no estuviera de acuerdo. ¡Quererte hasta hubiese podido ser mirarte pasar desde una ventana, distraído, sonriéndole a otra!
Pero de todas las maneras que podría o debería haber elegido, no fue ninguna de esas:
Elegí quererte llenándome de energía yo por ese amor, elegí quererte tanto que te quiero de lejos, aún con espacio y tiempo de por medio. Elegí quererte pero no dirigirte ese amor hasta que no sea el momento adecuado. Elegí, en vez, querer a todo lo que me rodea, con sus defectos y fallas, porque todos necesitan ser queridos y entendidos. Elegí quererte, y elegí quererme a mí misma.

domingo, febrero 28

qué de mí

Me pierdo. Me encuentro. Pero, me encuentro dónde. Qué de mí. Sigo perdiéndome y simultáneamente encontrándome, infinitas veces, en muchas partes. Fraccionada, dislocada, los retazos de mí. Los aúno, intento colegir la forma completa, el reflejo en el espejo, mi yo, mi identidad.
- Esa sos vos.- Dice el espejo.
- No, esto sos vos.- Dice cada objeto etiquetado a tu nombre.
- Yo soy vos.- Dice un eco de acciones pasadas, repitiéndose incesantemente en algún hueco del tiempo, que irremediablemente siempre desemboca en el accionar presente.

Quisiera poder terminar de escribir esto con algún otro argumento más certero que acabe la vana discusión de ecos y objetos parlantes. Hoy no será el día.

domingo, noviembre 15

el monstruo

No hay nada que deje más constancia de la falla en el ser humano, que su profundo abatimiento por aquello de lo cual no se puede hacer nada. Es frente a su propia incapacidad que se aterroriza, allí donde pierde el control, pierde a su vez la voluntad, y con éstos dos pilares caídos, no le queda más que ser absorbido por la inmensidad.
Hay una pequeña parte, de la cual tengo la certeza, que nunca va a dejar de doler, pasen los amores, pasen los tiempos, pase todo lo nuevo que venga, que llegue y pase; todo es de pasada, finalmente. Y con esto último logro edificar una frase que hace las veces consuelo, semi moribundo pero sincero: Ni el dolor ni el amor es por siempre, por suerte por el primero y lamentablemente por el segundo.
Lo perdurable se vuelve, por consiguiente, una suerte de tautología, término completamente hueco e inexistente en el mundo real. ¿Qué es lo qué perdura sino? Las rocas no pueden evitar deparar en minuciosos granos de arena, ni el infinito espacio es en sí infinito, tal vez inabarcable, pero jamás infinito.

No hay perpetuidad en nada nunca: no existió la inmortalidad en mis palabras por mucho que quisiera, ni existe más de tu amor ilimitado, no habitan más los besos que se han ido borrando, ni tampoco queda nada de tus brazos rodeando mi cintura, así como en mi cuerpo ya no hay rastros del paso del tuyo, y no habita más en mí esa mujer que era tuya, que se fue con vos, y que junto a vos se desvaneció.       

domingo, octubre 25

Why did I have to wake up?
I wanna go back to sleep again.

jueves, octubre 22

Martes 13 15:51 p.m. 102R

No nos encandilaba más ese cielo, no nos ahogaba más la luna cuando se zambullía en el horizonte: Nos poseíamos y nos volvíamos inmunes ante todo miedo, ante todo fantasma que tentara con retornar. Nos constituíamos en esa fictiosa unidad, cómo si su exhaustiva repetición la hiciese poco menos efímera.

domingo, octubre 18

I'll wash my face, and move on.

sábado, octubre 17

Ho Ryon Lee









(you turn on and off, so easily)

domingo, octubre 11

Se gestaba dentro de sí, una suerte de lluvia de meteoritos, o hasta podría haber sido un Big Bang anónimo e individual. 
-Algo está colapsando.- se dijo. E indefectiblemente, podía hasta el gato sentir cómo los cimientos se movían, cómo las costuras cedían poco a poco. Nada le dijo, porque claro, los gatos no hablan. Pero sí miró a su dueña, con pupilas teñidas entre pavor y compasión, y se acostó ronroneante a su lado.