Abrió los ojos y vio.
Lo más horrible que pudiera pasar.
Y entonces todo en un instante (infinito e impreciso) se esfumó.
Lo raptó un sueño, se lo llevó a un suceso de imágenes que sus ojos apenas pudieron ver, pero jamás su mente logró borrar.
Amaneció a la deriva, confundido y errante, casi vivo y sólo se pudo preguntar:
¿Por qué a mí?
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