Transcurrían así sus días,
volátiles y fugaces,
pero condensados e inacabables a su vez.
Cargaba, parecía, una suerte de batalla interna sobre su cabeza.
Se le pudo ver en un bar, ensimismado en vaya-a-saber-uno-qué, con un café frente a él, enfriándose.
Y más tarde, al preguntarle cómo estaba, respondió con ese llano e inexpresivo: "Bien", al cual acuden todos los seres que preferirían debatir las causas del malestar socio-económico en Bangladesh que aproximarse sobre su estado de ánimo.
Afortunadamente conocemos, aunque sea por la mera observación, a esta clase de sentimientos. Y también afortunadamente, el Instructivo nos explicita mantener frente a éstos considerable distancia.
Parece ser que dichos seres prefieren seguir recreando la batalla de Termópilas en sus mentes, que al simple y nítido contacto con otros humanos, según nos ejemplifica el texto.
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