lunes, julio 14

el gélido piso y tu tibio cerebro.

La luz está, no corras más, no te alejes. Deja que te llene, que te invada, que apacigüe la sangre que quema, el agua que arde, los vocablos desgarrantes. Te rindes de esa posición instalada, por otros y por vos, de sujeto no mereciente, de ser confuso y ambiguo, taciturno, enervado, incómodo en tu propia piel y desagradable.
No.
-Me quiero bajar de acá.
...

-O mejor, quiero subir.




¿Pero cómo? 



Sólo queda poner el pie en el vacío, y esperar que haya algo que te detenga de hacerte mierda contra el piso.

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