Saltaba a la vista que ya no se trataba de apesumbrarse, de sufrir pasivamente, con sólo apreciaciones acerca de lo insoluble de aquellos problemas; sino de hacer irremisiblemente algo, y en seguida, y cuanto antes. Fuese lo que fuese, había que decidirse a algo, o...
«¡O renunciar a todo de por vida! -exclamó de pronto con rabia-. ¡Dócilmente aceptar el destino, tal cual es, de una vez para siempre, y ahogárselo todo en su interior, renunciando a todo derecho de vivir, obrar y amar!»
(Dostoyevski)
No hay comentarios:
Publicar un comentario