Apareció,
fulgurante como un rayo,
tajante y penetrante
y le carcomió la vida.
Sin permiso
le invadió su ser completo y sin respeto,
de lo poco que perduró,
se alejó.
Se alejó no solo
ni vacío.
Se alejó repleto
y extasiado
abastecido del ser que hubo devorado
satisfecho de su sed apaciguada.
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