No nos encandilaba más ese cielo, no nos ahogaba más la luna cuando se zambullía en el horizonte: Nos poseíamos y nos volvíamos inmunes ante todo miedo, ante todo fantasma que tentara con retornar. Nos constituíamos en esa fictiosa unidad, cómo si su exhaustiva repetición la hiciese poco menos efímera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario