domingo, octubre 11

Se gestaba dentro de sí, una suerte de lluvia de meteoritos, o hasta podría haber sido un Big Bang anónimo e individual. 
-Algo está colapsando.- se dijo. E indefectiblemente, podía hasta el gato sentir cómo los cimientos se movían, cómo las costuras cedían poco a poco. Nada le dijo, porque claro, los gatos no hablan. Pero sí miró a su dueña, con pupilas teñidas entre pavor y compasión, y se acostó ronroneante a su lado.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario