jueves, octubre 25

cóncavoYconvexo

Ante la más humilde belleza te arrodillás,  amedrentado por la monstruosidad que cargás como cruz y que creés con convicción que reflejando esa hermosura en tu ser, te transformará a vos también (y ese peso se aliviará).
Qué suerte que no llegaste a la humillación ajena del desamor, y a tiempo te diste cuenta que la divinidad no tiene reflejo sino que la hermosura nace en uno, y se expande sólo y cuando hay armonía en el mundo interno y externo (siendo las personas mundos particulares y eternamente distintos). Es por eso que esperar que tu mundo cambie únicamente por acción de otro no va a llevarte más lejos que a una amarga decepción.
(Lo inútil es explicarte que yo no tuve la culpa de que no seas mejor, como yo ya no puedo seguir culpándote a vos por como soy).

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